Muchos niños sufren abusos durante infancia, la mayoría de veces por parte de uno o varios de sus familiares con lo que se vuelve muy difícil el verbalizarlo y por lo tanto pedir ayuda. Entendemos como maltrato o abuso infantil a cualquier acción física, emocional o sexual, como también a la omisión no accidental en el trato hacia un menor, que le ocasiona daño físico y/o psíquico y por lo tanto amenaza a su desarrollo.
El abuso infantil genera muchos sentimientos contradictorios en el niño, pues a este le es muy difícil asimilar que aquél que quiere le daña, y quién debe protegerle es a la vez su amenaza, con lo cual el niño interpreta que no hay escapatoria y se vuelve indefenso y acaba aceptando dicha condición, lo cual conlleva a asumir que no hay escapatoria. Esto supone un cambio en su comportamiento, como conductas agresivas, retraimiento, tristeza desproporcionada, terrores nocturnos, dificultad de mantener los esfínteres, entre muchos otros.
Esta indefensión aprendida durante el abuso infantil se arrastra a lo largo de los años, incluso de adulto aunque la persona entiende que ya no está el peligro presente, en ocasiones el cuerpo reacciona negativamente frente a diferentes estímulos, con miedo, angustia, tristeza y síntomas físicos desagradables como falta de aire, malestar en el estómago, mareos entre muchos otros. Este es debido a que dichos estímulos a los que se expone la persona (olores, imágenes, tonos de voz, lugares concretos, gestos….) de algún modo le hacen conectar con la experiencia pasada de abuso y el cuerpo se alarma recordándole que ese estímulo es sinónimo de peligro. Este hecho es debido a que en su momento no se pudo procesar debidamente el suceso vivido, por la gravedad de la situación, por la condición de niño u otros motivos. Así pues, la experiencia queda registrada de un modo disfuncional e incompleto en nuestra red neuronal, haciendo aún que el cuerpo se active frente a situaciones diferentes, como si reviviera el trauma pero de un modo inconsciente.
Es necesario el reprocesamiento de esta información que ha quedado registrada disfuncionalmente en nuestro cerebro, para que nuestro sistema al completo entienda que eso ya forma parte del pasado y realmente ya no hay peligro, cosa que nuestro consciente puede entender, pero nuestro inconsciente y cuerpo no. Con el resprocesamiento se consigue la desensibilización (dejar de ser sensible a ciertos estímulos que nos activan) y por lo tanto la desaparición de síntomas. La terapia mediante EMDR y Brainspotting nos ayudan a conseguir dicho resultado en poco tiempo a diferencia de otras terapias, pues trabajan de un modo muy profundo con todo nuestro sistema, generando cambios cognitivos, fisiológicos e incluso neurológicos.